Micro pesadillas lúcidas

domingo, 12 de abril de 2020

Peces del infierno

Con los Hellfish (un grupo de amigos artistas), nos acomodamos en unas cabañas con la intención de pasar un fin de semana agradable. Chucho, acompañado de su novia, Jorge con sus dos hijos, que a pesar de ser adolescentes, en este sueño tenían 4 y 6 años, mi novio conmigo, y los otros cuatro del del grupo no llevaron a nadie más. La distribución de las habitaciones era bastante encajonada, sin embargo nos logramos adecuar. Al rato, salí de bañarme, me acomodé en el sofá aún envuelta en la toalla y me senté a mirar el celular, ahí intenté ignorar una discusión de Chucho con su pareja; así que entré a la habitación de los chicos, ellos se estaban masturbando viendo un póster de una niña en la pared, cuando para colmo uno de ellos se vino a chorros sobre mi pierna. Salí horrorizada a buscar con qué limpiarme, por lo tanto, entré con urgencia a la habitación de Chucho, en ella habían dos camas, su chica estaba acostada boca abajo, desnuda, ocupando las dos camas, una con los pies, el abdomen en el aire y el resto del cuerpo en la otra cama, donde su pareja le estaba inyectando algo que parecía ser heroína; frente a la situación olvidé mi problema y enseguida salí de ahí. Al cruzar la puerta me encontré de frente con una señora gigante, gorda, todo su ser producía terror, recorrí el lugar con la mirada y detrás mío estaban contra la pared el resto de mis compañeros de cabaña, al lado había una mesa con instrumentos quirúrgicos, también colgaban del techo algunas cadenas. Intenté reaccionar a la vez que la señora sacó de las habitaciones a los demás miembros del grupo y dijo: ¡Qué empiece la función! En ese momento la mujer se puso las cadenas y me pidió que escogiera uno de sus dientes para sacarlo con los elementos que habían ahí. Elegí arrancarle uno de sus colmillos, sentí como se desprendía de la carne de la encía pero se trabó, enseguida su cara se volvió más espeluznante, puesto que abría sus ojos no precisamente de dolor, sino de un placer enfermo. Entonces rompí su diente y me asusté porque pensé que ahora ella me haría daño a mí, pero me dijo que debía sacarlo completo y al mismo tiempo ponía en mi mano un aparato mecánico para taladrar lo que faltaba. Empezó a salpicarme su sangre en mi cara, en mi boca y ojos, esa sensación fue más asquerosa que el semen de niño en mi pierna, pero entre tanta conmoción, dejé de sentir. Llevé el aparato tan profundo a su boca que la ahogué y de esta manera quedó suspendida en las cadenas. Con los Hellfish salimos de las cabañas a planear cómo salir de ahí, pero Jorge llegó con cara de frustración y nos contó que habían cuerpos envueltos en papel celofán colgados en los árboles. Yo había barrido un montón de colillas de cigarrillo y encendimos otros más, no teníamos claro qué hacer puesto que la horrorosa mujer dejó claro que la función apenas empezaba. Cuando dirigí la mirada al cielo, en este se dibujaba una cara absolutamente macabra con la luz roja que se filtraba de la luna. Saqué mi celular para tomarle fotos y al respecto Cesar me preguntó: ¿Lo estás disfrutando verdad? A lo que sonreí y afirmé.

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