-debo irme ya -le anuncié-.
Me quedé observándolo mientras me aproximaba para despedirme. Entre más cerca lo veía me parecía verlo más guapo. ¿Por qué no me había dado cuenta su piel blanca, cabello largo, ojos claros, vello en el pecho?
Quitó su cara para evitar mi despedida y se puso en una posición muy dispuesta. Me acerqué para penetrarlo con mi miembro masculino, cuando entonces, me di cuenta que la vergüenza era por su "vagiano".
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