Cuando mi padre murió, iba en un carro sin saber qué significaba la muerte, esta vez la escena parecía repetirse, solo que la noticia era que mi exnovio había muerto; pasé por momentos donde simplemente parecía irreal y no lo asumía como tal, pero a veces me preguntaba que era lo siguiente que debía hacer, qué era lo correcto. Mientras me hacía muchas preguntas empecé a preocuparme por los trámites del velorio, la casa, los animales, qué va a ser de mí de aquí en adelante, entonces el suceso se alteró, siendo la muerte no de mi exnovio, sino de mi novio. Asumir las cosas con adultez no me llevó a pensar en la muerte en sí, sino en los problemas que abarca, el duelo ya no es como en la niñez.
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