Andrés Wethington empezó a hablarnos a Jimmy Wicker y a mí, de un supuesto proceder de intercambiar el subconsciente observando cierta situación de la mirada. Como nosotros siempre nos seguimos en cualquier idea, no cuestionamos y simplemente lo llevamos a la práctica. Andrés me condujo en los pasos que debía realizar. Primero, nos situamos de tal manera que mi ojo izquierdo estuviera muy cerca del suyo. Debía observar con detenimiento cualquier figura que se hiciera presente en su reflejo del iris. Yo vi en su ojo café algunos brillos normales, no veía nada extraño por unos minutos aunque seguí insistente hasta que encontré unas manchas moradas que empezaron a unirse formando una masa cuando de repente empezé a sentir mareo y caí sobre el piso. No fue un gran golpe ya que estábamos semi sentados en una alfombra. Intenté levantarme de allí, sin embargo me sentía pesada y las náuseas me recordaban el momento en el que quiería despertar de una sala quirúrgica. Finalmente, pude abrir los ojos en el cuerpo de Andrés viendo a Deisy reír de una manera que no reconocí. Así pues, afirmé el planteamiento de mi amigo en su teoría. Le contamos a nuestro amigo la experiencia y nos reímos bastante viendo nuestras apariencias ajenas y la risa de confusión de Wicker. Luego, salimos de ese estado como si fuera algo a lo que se le acaba el efecto. Ahora era el momento de intentar cambiar la consciencia con Jimmy. Al principio fue más difícil que la vez anterior ya que nos invadía una risa nerviosa, además su pupila se hacía pequeña y la expresión era bien graciosa. Él quería que yo tomara las cosas en serio pero me costaba. En sus ojos veía mi reflejo que empezó a desvanecerse, volví a caer en el letargo de la misma forma y desperté en Jimmy, pero entonces como estábamos en mi casa tuve que responder a una petición de mi mami. Cuando él en mi imagen habló con ella, los gestos que hacía él no eran propios de mí y mi mami pareció descubrirlo, además sentí su mirada maternal hacía "mí". Rápidamente respondimos a su diligencia y salimos de casa para evitar más confusión. Wicker odió mis movimientos. Me peiné diferente, caminé de otra forma a lo que el llamó homosexual y mi risa era algo que él no quería escuchar. Caminando en la calle tuvimos una charla sobre el ser, el cuerpo y la escencia; algo que siempre ha sido un tema predominante pero esta vez, más palpable.