Micro pesadillas lúcidas

jueves, 24 de febrero de 2022

¿Cómo no amar a Daisy?

 



En compañía de alguien, observamos desde afuera de una base de entrenamiento militar, las posibles formas de ingresar a esta y poder tomar un traje especial que deseaba tener mi compañero. Analizamos y decidimos entrar al día siguiente con la excusa de que yo impartiría unas clases.

La excusa fue Perfecta e ingresamos fácilmente. Fuimos directamente al lugar donde se suponía, encontraríamos el traje. De las cajas que habían en el altillo, me llamó la atención una que estaba llena de cuadernos, un clásico diccionario de Alemán y debajo de este, una pequeña libreta de notas en la que su portada era el pato Donald besando a Daisy con la leyenda ¿cómo no amar a Daisy? Sonreí y decidí conservarla. 

viernes, 3 de diciembre de 2021

La jaiba

 


El lugar se veía como la típica tienda del veci. Las mesas estaban llenas y en la masa de ruido predominaban las risas y la música. Mientras tomaba mi cerveza recibí una mirada en la que entendí: ¿Estás lista? En ese momento me paré de la mesa para comenzar el juego, uno en el que a penas había ojeado el manual y que de todas formas, me sentía tranquila porque ¿qué tal difícil podría ser?. Acomodé mis dos manos como si fuera a tocar algo invisible y entre ellas comenzó a gravitar una esfera. Desplegué un poco más las manos y enseguida las aparté. La esfera se suspendió en el aire y simétricamente  cambió su forma sacando unas puntas; ahora parecía una jaiba. El sujeto con el que iba a competir, ya se encontraba de pie con su esfera aún sin forma, en ese momento mi “jaiba” empezó a girar desde su centro y luego rotó rápidamente sobre el cuerpo de mi contrincante, especialmente sobre su hombro, luego se detuvo y volvió a mí. En ese momento todo el mundo empezó a reír porque lo que había hecho parecía una ridiculez, hasta que empezaron a caer, una tras otra, rebanadas del hombro del sujeto que no alcanzó a reaccionar. 



miércoles, 20 de octubre de 2021

Una leyenda




Olvidé algún objeto así que tuve que regresar al edificio. En el vestíbulo, donde destacaba la cerámica de color rojo en una perfecta combinación con colores crema y negro, venía un joven con un paso sigiloso y mirando cautelosamente hacia atrás; cuando llegó a mí, me arrinconó hacia los baños y me preguntó: ¿Sabes lo que sucedió aquí verdad? En ese momento cambió mi expresión de curiosidad y algo de miedo, a una sonrisa corta y desinteresada y le dije: ¡claro! Todo el mundo repite la historia en este pasillo, ya no tiene gracia. En dirección a la puerta, en mi intento de salir, me detuvo el joven y puso su dedo en la boca como señal de silencio. Efectivamente un sonido áspero provenía del pasillo, así que lentamente entramos a uno de los baños. Allí habían dos colegialas con lágrimas en los ojos subidas en el inodoro, por lo que los cuatro tuvimos que acomodarnos torpemente en el mismo, ya que no había tiempo de cambiar a otro. Al tener la vista desde ese ángulo noté que habían dos colégialas más, escondidas de la misma manera desde el otro inodoro, ninguna era capaz de levantar la mirada. En ese momento volví a escuchar el desagradable ruido más cerca, por lo que me escondí. Pero mi curiosidad hizo que me asomara lentamente a observar la criatura bípeda con un falo tan grande que también parecía su cola, del que traía enrollado a un compañero de las colegialas, lo arrastraba yacente hacía el baño. Muerta del susto me asomé una vez más, no quería perderme la escena de lo que sabía que iba a pasar, pues la leyenda del lugar es que un extraño ser, de manera periódica se alimenta de los habitantes del lugar y que según el género de su presa, trasforma sus genitales, pues este los devora por medio de su sexo. En ese momento, vi como la gran cola empezó a dividirse en capas viscosas de piel dejando espacio a la abertura por donde introduciría a su presa.