Por la ventanilla observé las pocas nubes hermosas que se posaban en el azul infinito, pero la tranquilidad cesó ante un fuerte estruendo. El avión se partió por la mitad y yo, estando en los asientos traseros, me encontré en primera fila. Tuve ganas de gritar aunque el miedo no me lo permitió, ¡Me voy a morir! Pensé. Ahí recordé una reflexión, "la muerte siempre sorprende". ¿Si voy a morir por qué no disfrutarlo?
Empecé a ver cómo las nubes se alejaron al soltar mi cinturón de seguridad, quise otra perspectiva así que llevé mi cabeza hacia atrás logrando un giro de 180°. Fue agua lo que se aproximó, mejoré mi posición para recibir el impacto y no lo pude creer, un doloroso golpe pero ¡estoy viva! Me concentré en mantener la respiración hasta llegar a la superficie, cuando ví algunos restos del avión. En el intento de coger alguno, sentí un empujón que me alejó de todo, insistí en devolverme hacía los objetos flotantes pero volvió a suceder, esta vez en una posición más cómoda, resulté trepada en una ballena que con comunicación telepática, me ayudó hasta que logré ver la orilla del mar.
martes, 1 de enero de 2019
Una muerte que no sucedió
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
"¿Si voy a morir por qué no disfrutarlo?"
ResponderEliminarGracias
Eliminar